Clama el viento y ruge el mar, la historia de Ezequiel Martel y el especial homenaje a su padre héroe de Malvinas
Fueron
muchos los héroes argentinos que cayeron en batalla durante la Guerra de
Malvinas. A 34 años de la guerra, los recordamos con esta especial historia. Ezequiel
Martel, hijo del Mayor Rubén Martel, quién entregó su vida por la patria en
Malvinas; eligió una conmovedora forma de homenajearlo. Ezequiel decidió
meterse en el mar, y surfear en el mismo lugar donde fue derribado el avión que
estaba al mando de su padre. La unión entre el hombre, el mar y la historia.
Ezequiel Martel y su tabla conmemorativa realizada por la firma Camarón Brujo. Foto: TN.COM.AR.
Ezequiel
Rubén Martel tiene 34 años, y es personal civil de la Fuerza Aérea Argentina. Teniendo
sólo 10 meses de vida, su padre, el mayor (PM) Rubén Héctor Martel, oficial de
la institución, entregó su vida por la Patria en el Conflicto de Malvinas un 1
de junio a bordo de un Hércules C-130 E, matrícula (Tango Charlie) TC-63.
“El
Hércules partió esa mañana desde Comodoro Rivadavia con dirección a Malvinas. A
mi papá, comandante de la aeronave, lo acompañaban 6 compañeros. El avión tenía
que volar al ras del mar, con todos los comandos apagados, hasta ascender
bruscamente en determinadas coordenadas y prender los equipos. En altura debía recoger
información y después volver a descender. Pero al llegar al último objetivo,
fue interceptado por el radar de la fragata H.M.S. MINERVA siendo derribado
posteriormente por una Patrulla Aérea de Combate compuesta por dos aviones Sea
Harrier FRS-1 del Escuadrón 801 provenientes del Portaaviones H.M.S. Invencible”.
Del avión y
de sus 7 tripulantes nunca se encontró nada ya que el avión, luego de recibir
un impacto de misil en el ala y siendo ultimado con la descarga completa de 245
proyectiles, se tornó ingobernable para ellos y luego impactó fuertemente
contra el mar desintegrándose por completo y sin dejar rastros.
Es por eso
que la forma que encuentra Ezequiel de conectase con su padre es en el mar y
surfeando. “Quiero aclarar que no soy un surfista profesional, más que nada soy
un surfista amateur y que todavía sigo aprendiendo, pero es mi forma de estar
cerca de él y conectarme desde lo espiritual realizando algo que me gusta de
chico y que lamentablemente lo aprendí solo pero que me hubiese encantado
disfrutarlo con él”.
“Soy
partidario de los colores patrios y estoy orgulloso de haber nacido bajo este
cielo y ser argentino, por esto mismo quería que mi tabla tuviera en el centro
y bien grande el sol de mayo, el sol de la bandera, una escarapela bien
aeronáutica en el borde inferior, muy cerca de las quillas dos franjas celestes
en los bordes, las Islas Malvinas en color negro (significando el luto por
todos quienes fueron a pelear y dejaron sus vidas allá) debajo de ellas, la
fecha 01-JUN-82 día el que fuese derribado el Hércules C-130 donde perderían la
vida los 7 tripulantes de nuestra querida Institución. Y por último, la frase
que venía rompiéndome la cabeza hacia mucho tiempo y que si bien es parte de
una de las estrofas de la marcha de las Malvinas, como frase en sí tiene mucha
fuerza, mucha garra y en el surf son dos condiciones que se dan `Clama el
Viento y Ruge el Mar´".
“El mar es
importante para mí, porque es naturaleza, es fuerza y le tengo respeto desde
chico. Siento que al ingresar al mar y surfear me conecta con mi viejo. Y
hacerlo en las Islas fue cumplir unos de mis objetivos en esta vida”. El hijo
del héroe ya había visitado Malvinas hace unos años, pero solo estuvo seis
horas. Acompañado por amigos, esta vez se quedó una semana conviviendo con los
habitantes, recorriendo la ciudad y con la idea de surfear la playa “Surf Bay”
y viajar a la Isla de “Borbón” donde hay tres playas. “El significado de ir a
Borbón es que a 38 millas náuticas impactó el avión argentino al noroeste de la
Isla”.
Martel y
sus amigos partieron para la playa Surf Bay. “La aproveché al máximo, hice una
entrada en calor, ya que la térmica nos marcaba 1 grado bajo cero y realmente
el frío se siente mal; terminando de alistar todo se me congelaban las manos.
El traje fue un 4.3 más botas, guantes y capucha. En sí la ola es bien
orillera, la sesión de olas viene desde el fondo con mucha fuerza pero cuando
rompe en la escollera de piedras pierde fuerza y se vuelve a armar. Por esto
mismo costó agarrar una buena ola estando dentro, y me quedaba esperando, el
frio se siente más por eso por momentos me sumergía, los últimos minutos
mientras estaba sentado en la tabla empezó a nevar”.
Ezequiel quería
volver con la misma edad que tenía su padre cuando fue al Conflicto del
Atlántico Sur. Emocionado remarcó que esos instantes en el agua “significó
encontrarme con una parte de mi vida, no es solo el lugar y las Islas, fue
entender que a ese pedazo de tierra mi viejo había ido a defender, sin buscar
nada a cambio. Recuerdo que me fui llorando de la playa, pero estoy feliz y
contento. Pude cumplir un sueño que por mucho tiempo lo vi muy lejano, pero el
gusto de poder entrar en Surf Bay y ser, creo, el primer argentino hijo de un
héroe en hacer esto fue un orgullo y una manera de rendir homenaje”.
En las
Islas, el tiempo tuvo la particularidad que les nevó siempre y hasta hubo tormentas,
eso no les impidió realizar lo planeado: visitar el cementerio. Un lugar de
silencio, respeto y presencia de los que partieron haciendo Patria, donde su
gloria quedará para siempre. “Soy fanático de los escudos y coleccionista, me
pareció lindo llevar uno de cada sistema de armas, y dejarlos detrás del
cementerio. Hice un pozo y fui poniendo los escudos uno arriba de otro, en
homenaje a todos esos héroes que defendieron con grandeza y honor estas Islas”.
El último
día los invitó a cenar la dueña de uno de los alojamientos de Malvinas. En su
comedor ella tenía muchos libros de la guerra, Ezequiel los empezó a hojear y
por sorpresa encontró la foto de su papá. Con un nudo en la garganta y
emocionado, les dijo a todos: “Este es mi papá”. Todos en silencio observaron
lo que estaba experimentando un hijo que perdió a su padre y lo que significaba
estar viviendo todas esas emociones donde se realizó la guerra. Martel se
encontró con la contención de la dueña a través de un abrazo tan grande que emergieron
las lágrimas de ambos.
“Estar en
Malvinas fue una linda experiencia porque me conecté con el lugar y me permitió
estar más cerca que nunca con mi viejo. Surfear las olas es sentirme libre, es
una mezcla de emociones, y cada vez que clame el viento y ruja el mar estaré
allí”, finalizó.
Video: Gravedad Zero.
Fuente:
Noticias en
Vuelo, nota original escrita por la Lic. Laura Artuso.
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